Durante los últimos días han tenido lugar dos eventos culturales protagonizados por mujeres. Por un lado, Soledad Puértolas ha leído su discurso de ingreso a la Real Academia Española para ocupar el sillón g (con este nombramiento, Puértolas se convierte en la 5a mujer en integrar la Real Academia Española además de Ana María Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas e Inés Fernández), y, por otro, quien la acompaña desde el sillón K en esta institución, Ana María Matute, ha recibido el Premio Cervantes 2010.
Así, es frecuente ver en las noticias de cultura o ciencia con mujeres como protagonistas, incisos como “con ésta son x las mujeres que han recibido tal o cual premio”. Es un tanto triste, pero parece que la mujer sigue necesitando de una especie de discriminación positiva para algo que debería estar fuera de duda.
Es evidente que Puértolas y Matute (1947 y 1925, respectivamente) pertenecen a dos generaciones que no se lo pusieron fácil a las mujeres a la hora de dedicarse a actividades que se consideraban poco apropiadas para la mujer o para las que se dudaba que tuvieran capacidad suficiente, y aunque las cosas van cambiando en los últimos años, Puértolas llega a una institución próxima a cumplir trescientos años de existencia y que hasta bien entrado el siglo XX no admitió mujeres.
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