La publicidad es uno de los campos donde más intrusiones lingüísticas
existen y a través de la cual se instalan en nuestro idioma. El uso de
estos anglicismos tiene una clara intencionalidad, es una estrategia más
de marketing. Muchas veces ni siquiera son anglicismos, sino que se
trata de neologismos que utilizan formas inglesas.
Es cierto que muchas de las marcas que los utilizan son internacionales y es lógico que los nombres aparezcan en inglés; sin embargo, hay algunas características curiosas que vamos a destacar a continuación.
En el caso de los cosméticos ocurre con mucha frecuencia. El nombre del producto aparece en inglés; por ejemplo, CHAMPÚ PANTENE PRO-V RESTORATIVES. (“Restorative” significa “reconstituyente”) pero el tipo de producto que es (champú, mascarilla, acondicionador…) aparece en castellano. No obstante, vuelve a aparecer otra vez el anglicismo cuando se trata de explicar qué fórmula utiliza para crear ese producto: “Basada en la tecnología ‹‹Age- Neutralising››”, “‹‹Body Reducer Gel›› combina ‹‹Svelt-Training››, cafeína y carnitina” o “Brillo espejo, tacto ‹‹cashmere››”.
Pero también es verdad que muchas veces el uso de palabras en inglés viene motivado porque la traducción al español nos sonaría ridícula, pues no es lo mismo decir “Desodorante Dry Comfort” que “Desodorante Comodidad seca”; como tampoco es lo mismo decir Lift flash effect, para una crema que tersa la piel, que “Levanta efectos destellos”.
Esto pasa porque da “glamour” utilizar palabras anglosajonas, ya que inglés se percibe como una lengua de prestigio. Así, como señalaba Julio Llamazares en su artículo titulado “Modernos y elegantes”, publicado en el periódico El País hace unos años, “el lenguaje, ya se sabe, es como la prueba del algodón. No es lo mismo decir bacon que tocino- aunque tenga igual de grasa-, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap. Las cosas, en otro idioma, mejoran mucho y tienen mayor prestancia. Sobre todo en inglés, que es el idioma que manda”.
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